El caso es que después de firmar, hemos querido darnos una vuelta por el piso, por si las chicas que están ahora nos dejaban verlo otra vez. Para hacer una toma de contacto.
Me he dado cuenta de que la frutería que tenemos debajo es lo que parecía: la típica frutería barrio.
Estábamos llamando al portal del piso y una señora en la puerta de la frutería nos miraba. Seguimos llamando y no contesta nadie, conclusión: no están. Entonces nos empieza a hablar la señora:
- ¿Venís por lo del piso? ¿Por quién preguntáis?
- Por Jimena, la chica del piso.
- ¿Jimena? No me suena... ¿Pero qué piso?
- El quinto.
- Pues no sé, es que no creo que esté.
- Ehh... sí, algo nos imaginábamos cuando no cogían el telefonillo.
(Aparece en escena el frutero)
- ¿Venís a ver el piso?
- Sí.
- Ah, pues está muy bien, ¿lo conocéis ya?
- Sí, sí, acabamos de firmar el contrato justo ahora.
- Ah, así que os mudáis aquí, ¿no?
- Sí, para el año que viene.
- ¿Y cómo andáis por aqui ahora?
- Nada, vinimos para ver si podíamos ver el piso otra vez, que nos hace ilusión.
- ¿Y habéis llamado?
- Sí, pero no cogen.
- Ah, pues eso es que no hay nadie.
Y justo después dice:
- Mirad a ver si encontráis a alguien que esté interesado en alquilar el 3º, que está muy bien. Es igual que el 5º. ¿Lo habéis visto ya?
- Que sí, que sí, pero que ya hemos firmado para el 5º.
- Ahh vale, vale. Bueno pues nada, que os vaya bien muchachos.
- ¡Adiós!
¡Los clásicos nunca mueren!
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