Era un día de otoño, de esos en los que sólo apetece quedarse en casa. Nacho se encontraba en el salón cambiando continuamente de canal. Su madre se había ido a trabajar y él estaba encargado de la casa. La calefacción templaba en exceso el clima del salón. Nacho se preguntó si las burbujas del acuario serían a causa de la ebullición del agua. Apenas se veía ya a través de los cristales debido a la incesante cantidad de lluvia que los estaba golpeando. Se notaba un ambiente extraño en casa. Miró a la foto de su padre fallecido. Ya no se sentía tan solo.
De pronto, la televisión se apagó. Nacho se levantó para ver que ocurría y pensó que debía de haber sido un rayo. En el camino hacia el aparato observó que los peces del acuario estaban estáticos, sin moverse. Qué extraño --pensó-- los peces sólo se comportan así cuando tienen hambre... y acabo de darles de comer.
Acto seguido fue a la cocina a por más alimento. Cuando abrió el armario se produjo un estruendo tremendo que lo estremeció. Nacho se autoconvenció de que no había sido más que la tos de una tormenta, nombre que él le daba a los truenos. Sin embargo, cuando se dio la vuelta, la puerta de la cocina estaba cerrada, y no recordaba haberla cerrado. La abrió, y la del cuarto de baño también estaba cerrada. La del salón lo mismo. Una corriente, seguro --intuyó.
Alimentó a los peces, que seguían en estado catatónico, y se sentó de nuevo en el sofá. La imagen de la televisión no había vuelto aún, así que decidió ponerse a leer el primer libro que encontró sobre la mesa. Cuando de pronto... las luces se apagaron y sonó el teléfono.
- ¿Quién es?
- Soy Carmen, ¿qué tal?
- Carmen, tienes que venir ya. Tengo mucho miedo.
- ¿Pero qué ocurre?
- Estoy a oscuras y no sé que hacer, ¡ven ya!
Carmen se vistió y fue tranquilamente hacia la casa de su amigo. Sabía que todo lo exageraba, y que quizás no era más que una excusa para pasar la noche juntos. Por el camino, se paró a comprar una revista y así tener algo de conversación para quitarle el miedo a Nacho.
Al llegar, subió las escaleras hasta el sexto piso, y le abrió la puerta un Nacho aterrorizado.
- Entra, ¡rápido!
- ¿Qué pasa Nacho?
- Están ocurriendo cosas raras.
- ¿Qué son cosas raras?
- Compruébalo tú misma.
Carmen entró temerosa, pero pronto se dio cuenta de que todo lo que se oía eran los ruidos normales de una tormenta. Lo miró con ternura y le dijo:
- Venga, vamos a tu habitación.
Una vez allí, y tal como había predicho, la conversación fue difícil de iniciar. Carmen le dio la revista. Mira, la acabo de comprar, echa un ojo a la página 33, hablan del grupo que a ti te gusta. Voy a abrir un poco la ventana, que en esta casa hace mucho calor.
De repente una ráfaga de aire entró por los cristales, hojeando las páginas. Nacho detuvo el movimiento del papel con los dedos, y clavó el índice en una hoja cualquiera. ¡Maldición!-exclamó- ¿en qué página estaba el artículo?
En la 33 -respondió Carmen-
Ah, es cierto.
Nacho, espera, ¿por qué página se ha abierto la revista?
Creo que era aquí, en la 65. Espera...
¿Qué?
Tienes que ver esto.
Lo que había en esa página era un especial de Halloween que un bar de la zona estaba preparando. Ha sido casualidad -dijo Carmen- ya verás. Dejó caer la revista de sus manos, y la recogió de nuevo del suelo.
Carmen se quedó blanca.
¿Y bien? -preguntó Nacho.
Ella giró la revista lentamente para mostrarle con horror que se había abierto por la misma página exactamente. Él se levantó apresuradamente de la cama y la agarró de la mano. Vamos al salón, te tengo que enseñar algo.
Umm, interesante, xD. Le seguiré le rollo a este relato.