- Me estoy volviendo loco.
- Yo... yo tampoco veo nada.
Decidieron bajar las escaleras hasta el portal y esperar fuera a la madre, a salvo de... aquello que estuviese ahí dentro. Esperaron durante dos horas bajo la lluvia. Al llegar del trabajo, los encontró empapados.
- ¿Pero qué demonios hacéis aquí?
- Mamá, ¡están ocurriendo cosas extrañas en casa!.
La madre soltó una carcajada mientras abría el portal.
Llamó al ascensor.
- Nosotros no subimos en eso, acabamos de verlo subir vacío.
- Ya está bien, venid aquí ahora mismo y todo el mundo a casa.
Ascendieron los seis pisos con total normalidad, Carmen y Nacho no se lo terminaban de creer.
- Mamá, antes hemos oído a un niño llorar en casa, y se ha subido el ascensor sin nadie dentro.
- ¡Pero eso no es posible! Además, si tanto miedo teníais, ¿por qué salísteis de casa?
- Creíamos que fuera dejaría de ocurrir, pero cuando quisimos volver a entrar, la llave no abría.
La cara de la madre cambió. Se giró y preguntó:
- ¿Qué llave, hijo mío?
- La que me has dejado en la cocina.
- Yo no te he dejado ninguna llave.
Nacho hurgó en su bolsillo. -Mira, son éstas- dijo agitándolas.
¿Dónde decías que estaban, en la cocina? -preguntó la madre.
Sí -respondieron los dos.
Esas llaves no son mías. Creo... creo que han vuelto.
Publicar un comentario